Gatear es un estadio del
desarrollo psicomotor del bebé, que aparece antes que la deambulación y que se puede
dar entre los 8 y los 10 meses. No es un ítem que todos los niños adquieran
pues muchos pasan de estar sentados a ponerse de pie y caminar o aprenden otras
formas de moverse como reptando, arrastrándose, rodando o desplazándose
sentados.
Es el primer método que
utiliza el bebé para desplazarse lo cuál le hace más autónomo.
Es importante que tengamos
en cuenta que el niño debe estar preparado cognitiva y motrizmente para gatear.
El bebé no llega un día y
comienza a gatear de repente. Antes de eso, ha aprendido a tener la cabeza
erguida, a ponerse de rodillas, a mantener en esa postura el equilibrio (sobre
sus manitas y rodillas), a balancearse y a comenzar a entender qué es el
movimiento y cómo realizar éste desde esa posición.
Además, para realizarlo, tiene que
tener los músculos de brazos y piernas preparados y fortalecidos lo suficiente.
De la misma manera, el gateo le ayudará a continuar fortaleciendo los músculos
que posteriormente le ayudarán a ponerse de pie y a comenzar a caminar.
Hay que destacar que no
todos los niños realizan el gateo tal y cómo
es: movimiento de coordinación a cuatro patas en el que hay disociación
de miembros superiores e inferiores con un desplazamiento hacia delante (el
niño se desplaza moviendo a la vez la mano de un lado con la pierna del otro). Y si no es así el desplazamiento no puede llamarse "gateo".
No pasa nada si un bebé no
llega a gatear, pero es una fase muy importante que los profesionales
recomendamos que los bebés no se salten en su desarrollo y pautamos cómo
estimularla para que se produzca. (Como veremos en los artículos de las
próximas semanas).
¿Por qué es tan importante?
Esta etapa del desarrollo
psicomotor que requiere gran coordinación se pone en marcha cuándo sucede la
conexión entre los dos hemisferios cerebrales, de ahí la disociación entre los
miembros del lado derecho y del lado izquierdo del cuerpo). Esto es positivo
para el posterior:
· Desarrollo
psicomotor: ya que favorece la musculatura, el equilibrio y la coordinación
óculo-manual y óculo-pedestre.
La
coordinación óculo-manual va a favorecer el aprendizaje de la lectoescritura y
la coordinación óculo-pedestre va a evitar que el niño se tropiece con gran
facilidad.
· Desarrollo
intelectual: ya que le obliga por un lado a ser más independiente y aprender a
solucionar conflictos que surjan por sí mismo y por otro, el cambio de plano le
ayuda a calcular distancias para no sufrir daños.
· Desarrollo
emocional y social: esa independencia le hace estar dónde quiere cuándo quiere y que vaya así, por sus propias experiencia, formando su particular personalidad.
Imagen de www.bebesymas.com
Ana Marco del Rosal
Psicomotricista y Experta en Atención Temprana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario