lunes, 9 de junio de 2014

LOS SENTIMIENTOS NO SON HECHOS

Hemos visto que la depresión es consecuencia de pensamientos distorsionados, errores cognitivos, Pero si mis pensamientos están tan distorsionados ¿por qué me engaño continuamente? si lo que me digo a mí mismo es tan irracional ¿por qué parece tan lógico?.
Los pensamientos distorsionados crean una poderosa ilusión de realidad, son automáticos y las emociones que provocan se sienten con la misma validez y realidad que los sentimientos genuinos creados por los pensamientos sin distorsiones, de modo que automáticamente les atribuimos veracidad. Por eso la depresión es una forma tan poderosa de magia negra mental.
Una vez que hemos provocado la depresión mediante una serie "automática" de pensamientos distorsionados, nuestros sentimientos y acciones se van reforzando mutuamente en un circulo que se perpetuara a sí mismo. Nos creemos lo que nuestro cerebro nos dice, experimentamos sentimientos negativos  acerca de casi todo. Esta reacción se produce en milésimas de segundo, demasiado rápido para que podamos darnos cuenta. El ciclo continua perpetuándose indefinidamente y con el tiempo nos encontramos atrapados. Es un engaño que nosotros mismos hemos creado sin darnos cuenta, pero parece real porque nos sentimos como si fuese real.
Los pensamientos crean nuestras emociones por lo que nuestras emociones no pueden probar que nuestros pensamientos son exactos. Los sentimientos negativos solo indican que estamos pensando algo negativo y creyéndolo. Nuestras emociones siguen a nuestros pensamientos como los patitos siguen a su madre pata, pero el hecho de que los patitos sigan fielmente a su madre no prueba que la madre sepa dónde esta yendo.
 Debemos aprender a evitar sentimientos dolorosos basados en distorsiones mentales, porque no son validos ni deseables. Si aprendemos a ver la vida con más realismo experimentaremos una vida emocional mejor con una mayor apreciación de la verdadera tristeza -que carece de distorsiones-, así como también de la alegría.
Veamos como podemos modificar los modelos del pensamiento ilógico.

Ana Pérez Gómez
Psicóloga

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